Desde que tenemos uso de razón el Ego ha estado con nosotros, siendo nuestro aliado fiel, nos ha dado logros, gustos, disgustos, sustos, triunfos.
El Ego se puede definir como considerarse distinto a los demás, también se puede definir como orgullo. Siempre hemos usado el Ego como impulso, la mayoría de veces pensando que lo hacemos por un bien común, porque queremos aportar algo al mundo, porque pensamos que nuestra idea o manera de hacer es única y podemos cambiar cosas, crear un mundo mejor…
¿En serio te crees este discurso?
El Ego continuará haciendo de las suyas, su deseo es separar, pensar que es especial, diferente, único. Puede llegar a humillar, hundir, arrebatar, ser fanático, ser insaciable. En realidad es como un niño pequeño, asustado, indeciso, que solo quiere amor, y lo disfraza con todo lo que te puedas imaginar, falsa espiritualidad, superamabilidad, dulzura, gritos, fuerza, conocimiento, pobreza, riqueza, buena imagen, felicidad, belleza, gusto por las cosas, carencia, fragilidad, vulnerabilidad, culpabilidad, sacrificio …. Este señor es tan fantástico que se puede poner cualquier disfraz y en cualquier momento.
Cuando el Ego se va apoderando crea como una especie de cobertura alrededor del Chakra del corazón, sientes mucha presión y tensión corporal, vas perdiendo la conexión con el sentir, todo pasa por la mente y la razón, y poco a poco te vas apartando de lo que sientes. A medida que te vas deshaciendo de él, viene el sentir gratitud, el valorar las cosas pequeñas y grandes, tu día a día, mientras está contigo presente, solo tienes deseo de poseer algo material o simplemente querer tener razón a toda costa.
El hecho de haber conseguido tus logros lo sientes solo tuyo, ni piensas por algún momento que también ha formado parte la propia vida, Dios, el Universo, la Gracia Divina, que es una combinación de tú con la propia creación, te vas echando más y más flores claro. Aunque queramos, no nos desharemos del Ego, lo podemos transcender, pero no deshacernos de él.
El ego es un estado continuo de sentir, pensar, actuar y reaccionar que siempre está presente y que normalmente es difícil de aislar porque es muy intrínseco a nuestro núcleo.
El ego es la mente en hiperactivación, siempre consciente, siempre dispuesta a reaccionar. Tenemos la habilidad de mejorar esa conciencia usando técnicas de atención consciente o simplemente adormecerla al no darle mucha importancia.
En las principales teorías de Freud, adoptadas por muchos, el ego es la parte de la mente que media entre la mente consciente y la mente inconsciente, la cual posee estos dos aspectos opuestos.
Tu mente consciente es la conciencia de tus propios pensamientos, imágenes, sentimientos, actitudes, creencias y sensaciones, comparada solo con la punta del iceberg, ya que representa una pequeña fracción de la capacidad total de tu mente. Es responsable del análisis de la realidad y del sentido de identidad personal. El ego se profundiza, determinando cómo nos presentamos, cómo nos vemos a nosotros mismos, qué pensamos de los demás y de lo que sucede en el mundo. Es la gran computadora, que absorbe todos los datos e intenta darle sentido, solo para nosotros, para que podamos adaptarnos o cambiar la realidad que nos rodea.
Pero, como señaló Freud, el ego no actúa solo. Lo que él llamó el ID, la parte desorganizada e inconsciente de la estructura de la personalidad, contiene las pulsiones básicas e instintivas del ser humano.
El ID. es el único componente de la personalidad presente desde el nacimiento. Expresa las necesidades, deseos e impulsos corporales de una persona, particularmente sus impulsos sexuales y agresivos. El ID contiene la libido, la fuente primaria de la fuerza instintiva que no responde a las demandas de la realidad. Actúa de acuerdo con el «principio del placer», la fuerza psíquica que motiva nuestra tendencia a buscar la gratificación inmediata de cualquier impulso y a evitar el dolor.
Todos tenemos instintos e impulsos, algunos actúan inmediatamente, otros los retrasamos para más tarde satisfacerlos.
En opinión de Freud, somos capaces de retrasar la gratificación a través del funcionamiento del superego, que refleja la moralidad y la interiorización de las reglas culturales, enseñadas principalmente por los padres, maestros o mentores, aplicando su guía e influencia. Forma la parte organizada de la estructura de la personalidad, principalmente pero no totalmente inconsciente, que incluye los ideales del ego del individuo, las metas espirituales y la agencia psíquica que comúnmente llamamos nuestra conciencia. Busca la perfección y critica y prohíbe los impulsos, fantasías, sentimientos y acciones, lo que puede llevar a la ansiedad, la depresión, etc.
¿No te dan ganas de desenmascarar el Ego?, reconocerlo, transcenderlo, liberarte y ser tú sin ser especial, sin ser tan crítico, perfecto, quisquilloso, asertivo.
A mí me dan muchas ganas de mandarlo a pasear, de despedirlo y sentirme en paz, relajada, formando parte de todo sin sentirme diferente o especial. Me dan ganas de romperle la cara, y decirle que solo lo quiero para lo más básico y que ya en mi persona no tiene poder total, solo el que le corresponde. Por eso no quiero ponerme ninguna etiqueta ni a mí, ni a nadie, de; vegana, alternativa, feminista, la que medita cada día, y hace yoga o Chi Gong, ni vestir Cool, ni irradiar siempre luz y estar en calma y de buen humor. Quiero poderme enfadar…. y trascenderlo, sentir que tengo pensamientos negativos y tener la fuerza para trascenderlos, estar de mal humor y reírme de mi mal humor, y si no lo consigo tener la fuerza de probarlo para intentarlo, y estar con el agradecimiento absoluto, por lo que tuve, por la que tengo, por lo que tendré.
Yo siento que así puedo trascender mi Ego. ¿ Y tú ? ¿ Cómo trasciendes el tuyo ?